El funcionario tranquilo contaba palabras internacionales a distancia. Idénticas tonterías penetraban mis oídos. Queríamos desconectar. Comernos las mejillas atezadas entre sábanas cursis.
Las líneas crujían pero nosotros seguíamos insensibles, como suicidas pedantes.
Mientras llamadas inútiles golpeaban las paredes, él se desvestía, enorme y serio, y paliaba frontalmente mi sed.
CrisCo GuaCal
(Micro escrito a cuatro manos por Cristina Calduch y María José Guallart)