27 febrero 2017

MARUJITA


"Cuéntame un cuento..."
    Levantó la vista hacia el horizonte y supo lo que iba a hacer.  Ni su pequeño cuerpo obeso aquejado de artrosis, ni la cuerda de metro y medio que la había tenido atada durante tanto tiempo iban a impedir que se escapara.
     Desde hacía diez años Marujita había vivido cautiva en un minúsculo jardín de una casa de dos plantas. Unas tablas formaban su caseta, donde el sol no llegaba para calentarla en los fríos días de invierno y donde la humedad se había instalado desde el principio de los tiempos. Todos esos años durmió sobre el suelo sin nada que le aislara ni de la humedad, ni de la comida, ni de sus propias heces.
     Años atrás, cuando tuvo la tentación de escaparse cuando su amo se dejó la puerta del jardín abierta, pero tuvo la mala suerte de que él llegara en el momento en que acababa de soltarse. Recibió tantos golpes que el dolor la tuvo inmóvil varios días.
Pasó el tiempo y su amo la soltó convencido de que no se escaparía.
     — ¡Ahora o nunca! —se dijo ella al verse sin la cuerda al cuello en un momento en que la puerta del jardin se quedó abierta. Salió de la casa, cruzó la carretera, se metió entre los coches aparcados hasta alcanzar un parque.
     — ¡Marujita ven, Marujita ven! — le gritaba su dueño mientras corría detrás de ella. Pero cuanto más la llamaba y más gritaba, más corría ella.
    — ¡Vuelve, vuelve! —repetía una y otra vez. Tanto la llamó, que ella estuvo a punto de regresar, pero al verlo en su persecución con la vara en la mano exigiéndole a gritos que volviera, se acordó de lo que le esperaba si le daba alcance.
    Le faltaba la respiración, las patas le dolían, el corazón le latía con fuerza.  Sin dudarlo aceleró carrera. Por primera vez en su vida se sintió libre. Nunca más supieron de ella.
MJ Guallart
27/febrero/2017

Este relato forma parte de la antología de la Escuela de
Escritores de Zaragoza “El Hilo de Ariadna”, Noviembre 2011.

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